cueRtos

sábado, febrero 12, 2005

Tribulaciones de un escarabajo


Gregorio Samsa patalea panza arriba, mientras lo ataca una legión de hormigas coloradas. Los animales, seguros en su superioridad numérica, avanzan sin apuro, con las fauces abiertas. Gregorio se siente al borde de la desesperación. Lo inmovilizan el cansancio y el pavor, y se queda quieto, entregado a su suerte.
En eso ve unos inmensos pedúnculos rosados, que lo toman con firmeza, pero sin lastimarlo. Se siente levantado. Sin transición se ha incorporado a su mente otro temor. Pero al menos -piensa- me han sacado del peligro de las hormigas.
La fuerza lo deposita en una jaula transparente. En los rincones, hay comida. Gregorio comprende que ha sido hecho prisionero. La angustia parece no tener fin. Pero se consuela, diciéndose que es preferible estar preso y no despedazado.


* * *

El doctor Juhazs, entomólogo, se despertó en la noche al oír un fuerte ruido que venía de su laboratorio. Cuando abrió la puerta encontró, entre los tablones de la estantería desbaratada, a un hombre. Llevaba traje gris oscuro, era delgado, tenía grandes orejas y parecía muy aturdido. Observó también que tenía raspones en la cara y en las manos.
-Bueno -le dijo el doctor, que era un hombre aplomado -podríamos tomar un tecito, mientras conversamos.